Antología Literaria
Río de Palabras II
"El Árbol de la Vida"
La Madre Tierra, estaba expirando, solo un nuevo nacimiento
podría salvar las raíces del Árbol de la Vida.
En la penúltima coalición donde los principios se
encontraron, luna y sol en la noche profunda, arrasaron las estrellas del cielo
azulado.
El rocío invisible, comenzó a expandirse por las ramas
enfermizas que expiraban el aire enrarecido de cenizas y hojas amarillas.
Misteriosamente se produjo la bella metamorfosis; de la
nervada piel del árbol, se extendieron alas hasta convertirse en Anaxiel, el
ángel profético que daría vida a una nueva naturaleza, materializando en una
esfera la sublime cosmogonía donde florecerían las rosas, las aguas
nutrirían los ríos secos y peces voladores cruzarían las nubes soleadas. Las
montañas, en la delgada línea de horizonte dibujaron un sol en un sempiterno
cielo magenta.
Los espejos de agua se multiplicaron trazando senderos
infinitos, bandadas de pájaros erráticos festejaron el tributo de la naturaleza.
Los principios duales se fusionaron amándose sacramente,
acunados por el sonido del viento, inflamando las flores perennes.
Milagrosamente un torbellino de Arcángeles elevó su cántico
en los confines del cielo; mientras los rayos circunscribían el arco iris,
dibujando las últimas gotas de lluvia.
Se divisó en la delgada línea del espacio, el vuelo de Anaxiel con su dorada cabellera
al viento, sostenía triunfante, portando solemne y enigmático, con sus aladas
ramas el principio de la creación.
Indómito, había ganado la victoria del
nacimiento infinito del Árbol de la Vida.